Revista Kuaapy Ayvu (2022), vol. 13 (núm. 13), pp. 13-50. INAES Publicaciones. ISSN 2224-7408
__________________________________________

Recibido el 11/11/2022 - Aceptado el 2/6/2023

 



Dossier «Educación en Latinoamérica: un enfoque social»

Escuela, docencia y conflicto armado, un recorrido por el Departamento del Caquetá, Colombia
(Experiencia pedagógica de campo)

School, Teaching and Armed Conflict: A Tour of the Department of Caquetá (Colombia)

Escola, ensino e conflito armado, uma viagem pelo departamento de Caquetá, Colômbia
(Experiência pedagógica de campo)


Camilo Andrés Mateus Molina

Universidad de la Sabana (Chía, Colombia)

camilomatmo@unisabana.edu.co

https://orcid.org/0000-0001-8920-3987 


Resumen

Este relato se elaboró a partir de una experiencia pedagógica, realizada en el año 2022 en el Departamento del Caquetá, ubicado al sur de Colombia en la región de la Amazonia. En el recorrido se desarrollaron procesos de formación para docentes estatales de diversas zonas rurales y semiurbanas de 7 municipios del Departamento. El punto de partida de la narración son las escuelas como escenarios vivos que se transforman y se adaptan a las diversas contingencias del territorio, con docentes que se enfrentan permanentemente a las realidades de los grupos armados, las limitaciones de la ruralidad y la presencia diferenciada del Estado. La experiencia permitió reconocer la belleza y complejidad del territorio selvático, colombiano, al igual que las dinámicas departamentales que se tejen en un escenario con una historia marcada por el conflicto armado interno, ya que militares guerrilleros y paramilitares sembraron un ambiente de muerte y dolor en la población. Las dinámicas actuales también están asociadas al cultivo de hoja de coca y la producción de cocaína, actividades en las que está inserta la comunidad y demarcan la organización económica de la zona, por ende, a las dinámicas relacionales que allí se tejen.  

Palabras clave

Educación para la paz; violencia directa; educación rural; mina terrestre; tráfico de estupefacientes

Abstract

This narrative was developed based on a pedagogical experience, carried out in 2022 in the Department of Caquetá, located in the south of Colombia within the Amazonian region. During this journey, educational training processes were conducted for state teachers from various rural and semi-urban areas in 7 municipalities within the Department. The narrative begins with schools as vibrant settings that are transformed and adapted to the various contingencies of the territory, with teachers who are permanently confronted with the realities of armed groups, the limitations of rurality and the differentiated presence of the State. The experience made it possible to recognize the beauty and complexity of the Colombian jungle territory, as well as the departmental dynamics that are woven in a scenario with a history marked by the internal armed conflict, where guerrillas and paramilitary groups sowed an atmosphere of death and suffering among the population. Current dynamics are also linked to coca leaf cultivation and cocaine production, activities in which the community is inserted and demarcate the economic organization of the area, therefore, the relational dynamics that are woven there.

Keywords

Peace education; direct violence; rural education; land mine; illegal drug trade

Resumo

Este relato foi elaborado a partir de uma experiência pedagógica realizada em 2022 no Departamento de Caquetá, localizado no sul da Colômbia, na região amazônica. Durante a jornada, foram desenvolvidos processos de formação para professores estaduais de várias áreas rurais e semiurbanas em 7 municípios do departamento. O ponto de partida da narrativa são as escolas como cenários vivos que se transformam e se adaptam às diversas contingências do território, com professores que são permanentemente confrontados com as realidades dos grupos armados, as limitações da ruralidade e a presença diferenciada do Estado. A experiência permitiu reconhecer a beleza e a complexidade do território da selva colombiana, bem como as dinâmicas departamentais que se entrelaçam em um cenário com uma história marcada pelo conflito armado interno, já que soldados guerrilheiros e paramilitares semearam uma atmosfera de morte e dor entre a população. As dinâmicas atuais também estão associadas ao cultivo da folha de coca e à produção de cocaína, atividades nas quais a comunidade está envolvida e que marcam a organização econômica da área e, consequentemente, também suas dinâmicas relacionais.

Palavras-chaves

Educação para a paz; violência direta;
educação rural; minas terrestres; tráfico de drogas

 

Foto 1
Atardecer sobre el río Caquetá 

Un hombre parado en un cuerpo de agua

Descripción generada automáticamente

 


Presentación

Este trabajo es el resultado de un recorrido por el departamento de Caquetá, realizado en el segundo semestre del año 2022, en procesos de fortalecimiento a Establecimiento Educativos ubicados especialmente en zonas rurales. Desde estos escenarios de diálogo, convivencia y construcción colectiva con los docentes y directivos docentes, se establecieron espacios de confianza que permitieron recolectar información fundamental para la comprensión de la escuela y el territorio Caqueteño. 

Esta valiosa experiencia de campo llevada a cabo en uno de los tantos departamentos fuertemente violentado, por los diversos grupos armados, reafirma la necesidad de conocer de manera más profunda, la vitalidad de las escuelas, las condiciones y afectaciones que tienen los docentes del territorio nacional, es así como estas actividades investigativas donde se ha tenido la oportunidad de sumergirse en la realidad de profesores que han vivido y trabajado en medio del conflicto armado, experimentando de primera mano las profundas consecuencias que este ha dejado en sus vidas y en sus comunidades.

El trabajo de campo desempeña un papel fundamental, en este tipo de investigaciones (Maroto, 2017; Ellis, Adams y Bochner, 2015; Blanco, 2012), ya que permite un acercamiento directo a la realidad de las personas y a los contextos en los que se desenvuelven. Al sumergirse en el terreno y establecer un contacto estrecho con los profesores que se enfrentan a las consecuencias, aún visibles del conflicto armado, y reconocer las transformaciones culturales e institucionales que se viven en los territorios, tener la oportunidad de escuchar los testimonios de las comunidades educativas, su importancia en relación a la capacidad de generar empatía, dar voz a aquello cuyas experiencias están silenciadas, son fundamentales para el alcance del objetivo máximo de la paz, esto a través del contacto directo con los profesores. La inmersión en sus entornos logra capturar la complejidad de sus realidades y comprender las implicaciones en su labor docente y en la educación de las comunidades afectadas.

Profundizar en ejercicios de investigación de campo, reconociendo de manera más profunda las complejidades sociales que se encuentran en los diferentes territorios se hace necesario y enriquecedor, así como se plantea en el libro: «Experiencias a pie de campo, problemas y desafíos en investigaciones críticas de humanidades y ciencias sociales». Publicado en el año 2023, donde se recogen diversas experiencias de investigación social realizada directamente en los territorios. 

Desde la construcción de narraciones, se busca darle visibilidad a las escuelas y sus docentes en el marco de estas dinámicas de violencia, permitirle a la comunidad y a la misma agremiación de educadores, reconocer las complejidades que han vivido, padecido y enfrentado los docentes desde sus escuelas. Comprender la deuda histórica que se tiene con los maestros del país, en especial con aquellos que residen en zonas rurales o en zonas de mayor confrontación armada, esto con el fin de darle un papel preponderante a los escenarios y actores educativos, buscando la no repetición de hechos violentos en las escuelas y contra los maestros.

 

Experiencia

Llegar al Departamento del Caquetá, se convertía en una visita más dentro de los constantes recorridos por las escuelas del país, un territorio completamente húmedo, donde sudas desde que llegas hasta que te marchas, un departamento con una riqueza natural exuberante, unos ríos majestuosos y una libertad de la naturaleza que solo puedes pensar en que estás en una enorme finca.


Mapa 1
Municipios del Departamento de Caquetá


Nota. Tomado del Atlas Geográfico de Colombia (Sociedad Geográfica de Colombia, 2002).

 

El saludo afectuoso de Vicente en el aeropuerto auguraba una buena estancia en Florencia, la capital. Florencia es la ciudad más grande

de la región amazónica en Colombia, ha tenido diversas épocas de bonanza económica, que ha pasado por el cultivo de la quina, el caucho y la hoja de coca, como muchas ciudades jóvenes en el país ha venido creciendo de manera acelerada en las últimas décadas con éxodo de familias campesinas a zonas urbanas.

Vicente es un rector[1] joven y amigable, que intenta en cada frase resaltar la riqueza de su departamento en aspectos como la gastronomía, los recursos naturales, los ríos, las montañas, los peces, las aves, en general, intenta mostrar las fortalezas de su territorio, pero en especial, intenta alejar todas las asociaciones que se hacen del Departamento del Caquetá con la guerrilla, la violencia y los cultivos de la hoja de coca.

El Departamento del Caquetá cuenta con 16 municipios y 7 corregimientos, en extensión de tierra, es el tercer departamento más grande del país y uno de los menos poblados, en su mayoría, está compuesto por selva húmeda amazónica y es reconocido por su abundante agua dulce, ya que cuenta con 7 caudalosos ríos. 

Vicente nos cuenta acerca de los ríos y la selva; las escuelas y las posibilidades turísticas que ofrecen sus riquezas naturales, cascadas, lagos, bellas montañas, y una diversidad infinita de tonalidades de verde natural. Nos habla de su alegría por vivir en Florencia y como vienen poco a poco construyendo un restaurante y un hotel, a partir del sueño del surgimiento del turismo en la región. 

Al día siguiente, un lunes a las 5 de la mañana salimos hacia el municipio de Curillo en un Mazda 323, que Vicente cuida y quiere, como lo merece un sueño cumplido de juventud;  paramos a comer pandebono[2] y a   tanquear,[3] cerca de 2 horas y media, después, hemos llegado al Puerto de Curillo, a esta hora (casi las 8 de la mañana) la humedad me tiene completamente lavado, nos enfilamos en una lancha de motor donde cerca de 10 profesores entre risas y chanzas se alistan para una semana más de trabajo en «La Novia» (nombre de la escuela donde laboran), según Vicente, recibe este nombre por uno de dos posibles mitos que giran alrededor de la escuela, uno dice que se debe a una novia que fue plantada en el altar y luego se ahogó en el río aledaño a la escuela, el otro mito (igual de trágico), dice que esta mujer se ahorcó en uno de los salones de la escuela, por el abandono de su amado.

Después de intentar demostrar una pericia inexistente subo a la lancha y se encienden motores, el tiempo pasa entre los nervios de una persona que le teme al agua y que siente que en cada curva o en cada rama que choca contra la lancha van a dar bote,[4] también tendrá que intentar una habilidad inexistente de nadador curtido; este miedo se mezcla con un paisaje hermoso, árboles gigantes que demuestran su fuerza y vitalidad; el sol cae vivificando todo, atónito, solo queda dejarse llevar por las montañas, los árboles, los pájaros que viajan solitarios por la selva y dejarse cautivar por las tonalidades de vida que rodean el horizonte.

La lluvia nos sorprende por el camino; entre el sol y la lluvia después de un poco más de una hora hemos llegado a «La Novia», la pericia ya quedó completamente reevaluada, bajarse de la lancha es aún más complicado que subirse; entre manos de ayuda y voces de aliento, las maletas y el computador están a salvo, los profesores bajan el mercado de la semana y una que otra golosina que les permita pasar las noches lejos de sus familias, mientras algunos niños los saludan con sonrisas enormes y abrazos sinceros.

Chocolate, pandebono y galletas; Vicente nos ofrece una merienda y tras esto nos lleva a conocer la escuela, el deterioro de la infraestructura, las huellas del daño estructural causado por la humedad, la falta de un mantenimiento permanente y el abandono al que se vio sometida la escuela a partir de la pandemia son evidentes, aun así Vicente nos cuenta los milagros que intenta hacer con el bajo presupuesto que recibe anualmente para el mantenimiento de la escuela con sus 5 sedes distribuidas a los largo del municipio.

Hasta el momento nada me sorprende, es tristemente natural encontrar instituciones educativas en el país con grandes dificultades en su infraestructura escolar, baja inversión presupuestal y rectores tratando de hacer milagros con el escaso dinero que reciben para su sostenimiento. Según el Fondo de Financiamiento de la Infraestructura Educativa, de las 42.933 sedes del sistema educativo escolar, el 95 % no cumple los estándares internacionales NSR 10,[5] el 18 % aún no cuenta con servicios públicos y el 23% tiene altos riesgos de deslizamientos, inundaciones y sequía. (Ministerio de ambiente, vivienda y desarrollo territorial, 2010).  

Los salones de la escuela son pequeños y húmedos, lo que provoca que cuando hace sol, sean insoportables por la falta de ventilación y cuando llueve sea imposible escuchar cualquier clase. Los pupitres se encuentran maltratados y parecen escasos para la cantidad de niños que hacen parte de la institución. Además, encontramos un pozo para el cultivo de peces en proyección, un corral para animales deteriorado en tiempos de pandemia y una pequeña huerta que llama poderosamente mi atención.

La huerta es pequeña, quizás tenga un poco más de 20 metros cuadrados y hasta ahora la está organizando el docente de énfasis en agropecuaria con su grupo de estudiantes de diferentes grados. Más allá de la huerta veo a unos 2 metros un pequeño aviso rojo pegado a una cinta amarilla de precaución. No puedo evitar bajar a mirar más de cerca y efectivamente una cinta atada de un árbol a la reja del colegio alerta someramente la existencia de una zona sembrada con minas antipersonas, con un pequeño recuadro rojo con una calavera que alerta del peligro. Vicente me explica que esto lleva mucho tiempo así y que no ha sido posible lograr el desminado, que los niños conocen la situación y hasta el momento afortunadamente no han tenido inconvenientes con este espacio.

A pesar de la tranquilidad con que Vicente explica la situación, no dejo de pensar en el riesgo que implica este campo minado y sobre todo la naturalización de su existencia, el solo hecho de pensar en un campo minado te aterroriza, pero si además se encuentra pegado a la escuela, no se puede dejar de pensar en la situación de la comunidad, la enorme desidia e inoperancia gubernamental, los principios del derecho internacional humanitario, la historia de violencia asociada al territorio que ha tenido que vivir esta escuela y su comunidad.

 

Foto 2

Campo minado en la escuela de La Novia

 

Un hidrante de incendios en el pasto

Descripción generada automáticamente

Nota. Tomado de la Sociedad Geográfica de Colombia - Atlas de Colombia.

 

Vicente, nos cuenta acerca de un cilindro que lanzaron desde el río y se llevó una valla del Ministerio de Educación Nacional, nos habla de una historia del territorio mediada por la influencia de la guerrilla y alimentada por las dinámicas de los cultivos de coca y la influencia del narcotráfico. Cuando Vicente narra algunas situaciones se siente su incomodidad, preferiría hablar del presente, donde claramente resalta una importante transformación de la vida en el territorio a partir de los acuerdos de paz con las FARC en el año 2016. Aunque los cultivos de coca continúan presentes en el territorio, con todo lo que ello implica, las dinámicas sociales y las condiciones de vida han mejorado, dando tranquilidad y posibilitando la proyección de un futuro más favorable.

Volvemos a la sala de profesores, allí se encuentran cerca de 20 docentes, entre el aburrimiento que implica una larga reunión y la presión por demostrar compromiso profesional e institucional, comienzan la sesión. Los docentes hablan de sus prácticas pedagógicas y la forma en que perciben los programas y las políticas educativas. Claramente plantean la baja inversión escolar y la insuficiencia de condiciones dignas para un ejercicio integral del servicio educativo.

Infraestructura escolar precaria, comida de baja calidad recibida a través del Programa de Alimentación Escolar,[6] pocas posibilidades formativas y de actualización para los docentes, son solo algunos de los comentarios recurrentes, aun así se hace agradable el espacio y entre un diálogo fluido frente a los errores que se cometen en la realización de los proyectos educativos institucionales, los currículos y los manuales de convivencia; finalizamos la sesión entre buenos deseos, un café dulce y una foto como tantas que guardo celosamente para luego recordar.

El viaje sigue, la próxima parada es San José del Fragua. Nuevamente el juego de equilibrio para subir a la lancha e iniciamos el recorrido, la tarde cae y la belleza del lugar se acentúa mientras transitamos por un río tranquilo y apacible, los pájaros buscan refugio y el sol comienza a emanar los últimos rayos de luz que se filtran en algunos lugares por la espesa selva. Un niño va en la lancha y es el guía, le avisa a su tío dónde hay ramas o palos que puedan causar daño a la embarcación o nos puedan hacer voltear, el pequeño niño de cerca de 10 años ya es un experto y conoce muy bien el aspecto de las ramas y cuáles se deben o no esquivar. 

 

Foto 3

Ruta escolar, viaje en chalupa por el río Caquetá

Un hombre parado en un cuerpo de agua junto a un lago

Descripción generada automáticamente

 

Nota. Tomado de la Sociedad Geográfica de Colombia - Atlas de Colombia.

 

Desembarcamos en el Puerto de Curillo, listos para salir a San José del Fragua. La rectora de la institución nos ha estado esperando con la mejor disposición, con cada llamada se le nota el gran compromiso y amor que siente por lo que hace, a pesar de recientes situaciones difíciles de salud, tiene toda la energía y compromiso para sobrellevar las condiciones físicas adversas y continuar liderando su institución educativa. 

Después de casi dos horas de camino llegamos donde la rectora, quien se ofrece a hospedarnos en su casa, ofrecimiento que no dudamos en aceptar; se trata de una finca bellísima entre los municipios de Belén de los Andaquíes y San José del Fragua, donde los colores, el cuidado de la flora, la construcción en madera y materiales de bajo impacto ambiental, dan cuenta de la formación en biología de la rectora, agua de panela y arepas. Mañana inicia otra jornada en un colegio más grande y con mayores diferencias entre maestros. El Proyecto Educativo Institucional, donde se requiere un trabajo más intenso frente a la articulación del pensar y el sentir pedagógico de los maestros, con los principios y fundamentos estructurados en proyecto educativo de la institución educativa.      

El diálogo con los docentes es fluido, entre las discusiones recurrentes se encuentra el proyecto educativo institucional, el currículo, la evaluación y las políticas educativas. Pero, en un momento de la socialización, un docente menciona su preocupación debida a que un número bastante grande de sus estudiantes se dedica a «raspar coca» (recolección de hoja de coca), labor recurrente en las familias del territorio ya que es de los trabajos mejor pagados en la región, por cada arroba recogida reciben entre 10.000 y 15.000 pesos, una persona puede recoger entre 10 y 20 arrobas en un día; según su «experticia», es decir, puede llegar a ganar una suma bastante considerable teniendo en cuenta salario mínimo mensual colombiano, que para el año 2023 está en 1.160.000 pesos, alrededor de 242 dólares (Decreto N.° 2613/2022).

«Raspar» coca, al igual que la recolección del café, es un trabajo que muchas veces lo realiza toda la familia desde el más anciano de sus miembros hasta el más joven. Y sus ingresos son altos comparativamente con el cultivo de otros productos, al igual que si lo comparamos con el pago de un jornal en el territorio, por lo que termina siendo una actividad económicamente muy tentadora para toda la comunidad. Surgen varios interrogantes frente a esta realidad del territorio, como ¿qué ocurre cuando los estudiantes encuentran un escenario laboral tan lucrativo?, ¿qué significa tener ingresos altos en edad escolar?, ¿cómo se construyen las formas relacionales en la escuela y las estructuras de poder con la cultura de la coca en el territorio?, pero, en especial ¿cuál es la función de la escuela en estos municipios? y ¿cuál es la visión de los jóvenes frente a la educación?

Las palabras quedan cortas, a pesar de dialogar acerca de la promesa de progreso con relación a la educación, propia de la modernidad y de tratar de identificar las virtudes con que cuenta la escuela. La realidad termina siendo contundente, pues a pesar de que los niveles de deserción escolar son bajos, todos saben que las pocas opciones educativas, laborales, culturales, deportivas, de emprendimiento, van a generar que para muchos su opción real y beneficiosa económicamente sea la de continuar recolectando coca, mientras esta actividad siga siendo posible en las diferentes fincas de la zona. 

Sigo mi camino mientras veo jóvenes estudiantes saliendo en grandes motos hacia sus casas. La próxima parada es Belén de los Andaquíes, bello nombre para un municipio. Solo tenía presente este municipio por los informes del Centro Nacional de Memoria Histórica[7] donde mencionan que en un caserío[8] denominado Puerto Torres el cual hace parte del municipio de Belén de los Andaquíes, las víctimas de los paramilitares del Bloque Central Bolívar[9] «primero eran torturadas en un árbol de mango; luego, interrogadas en la casa cural y, finalmente, asesinadas en un sector de la institución educativa» (Rojas, 2017).

Ese fragmento lo tenía muy presente, además que este municipio fue uno de los más violentados por diversos grupos armados, siendo cerca del 70% de su población víctima directa del conflicto armado. Al llegar a la institución educativa, un joven de unos 13 años nos saluda muy cordialmente y nos invita a seguir. Estamos ante una institución grande, comparativamente con las que había visitado los días anteriores, los niños y jóvenes que pasaban saludan muy respetuosamente y nos indican donde está la coordinación.

Después de realizar el proceso de acompañamiento, esta vez tan solo con un par de docentes, notamos como los niños y jóvenes se organizan para ir a sus cursos de profundización en temas agropecuarios y no hacía falta ningún docente para organizar los grupos, contrario a esto es notable la autonomía y autogestión de los estudiantes, no hay regaños, gritos, ni control, los muchachos se organizan y salen de la institución sin ningún inconveniente.

Inicialmente era contradictorio, yo esperaba una institución educativa, grande y bullosa, donde por las condiciones del contexto se sintiera un ambiente riguroso y de control, teniendo en cuenta que es un municipio tan cercano a San José del Fragua y las problemáticas sociales se asemejan, por tanto, esperaba un ambiente más complejo.        

Hablo con las docentes, tratando de indagar acerca de las dinámicas de los estudiantes relacionados con la labor de recolectar coca. Ellas manifiestan que no es un problema recurrente en el colegio, que le han dedicado un gran esfuerzo por mantener una cultura institucional centrada en el respeto hacia los demás y que agradecen que notemos ese aspecto en la institución. 

La próxima parada es una zona denominada Norcasia, tal vez Victoria Media o Victoria Alta, me dieron muchos nombres, pero después de contactar a dos mototaxistas experimentados y de dos horas en moto desde el aeropuerto Florencia, llegamos. Fue un trayecto largo y fuerte, no solo por ser un camino destapado, una trocha de grandes piedras, que para los que no estamos acostumbrado a viajar en moto se vuelve doloroso e interminable, sino además con un clima ambivalente que entre fuertes aguaceros y un sol picante, nos obliga a llegar completamente desarrapados a la institución educativa. 

La rectora, una boyacense encantadora, que decidió llegar al Caquetá a poner al servicio de las zonas rurales su experiencia y entusiasmo, nos recibe con un abrazo y un delicioso pescado en uno de los hermosos ríos del departamento, un pozo natural donde eventualmente los estudiantes se van a disfrutar de la naturaleza. Llegamos a la institución y un pequeño grupo de maestros nos esperan, dialogamos acerca de la escuela; Rosember el coordinador de la institución me comenta haber trabajado conmigo hace algunos años cuando implementábamos modelos flexibles en todo el país, me alegro mucho de encontrar viejos compañeros en este amplio contexto educativo y espero tenga un buen recuerdo de mi labor, en su momento, como coordinador del proyecto. 

Rosember, me cuenta acerca de las dos veces que estuvo secuestrado y como el proyecto de paz que él lidera, junto a Clara en la escuela, ha puesto en una misma mesa a dialogar a diversos grupos armados con la participación de la comunidad y la iglesia, me cuenta como se convirtió en un reto para ellos convivir con el bloque tercero y dieciséis de la guerrilla de las FARC (subdivisiones de la guerrilla que operaban en esta zona del país) y el acercamiento de los grupos paramilitares y la escuela «como un escenario de paz» ha logrado convertirse en un escenario neutro, así como un espacio de diálogo y convivencia en el territorio.

Los mototaxistas, que nos estaban esperando se encuentran intranquilos, me explican que ya es muy tarde, ya que no es para nada recomendable andar por esta carretera una vez caiga la noche, que a pesar de que la influencia de los grupos armados en el territorio se ha reducido, aún se encuentran presentes y es mejor evitar cualquier situación de riesgo. Subo rápidamente a la moto y Luis «el mototaxista» acelera a fondo para llegar a la carrera principal antes de que caiga el sol. Como siempre, intento asumir una actitud relajada, dejo en manos de Luis las consecuencias del trayecto. Llegamos a la carrera principal a las 6:20, horario perfecto y ya de manera tranquila entramos en la casa de Vicente una hora después, completamente agotados.

El Orteguaza es un imponente río de 130 kilómetros que recorre de norte a sur el Departamento del Caquetá y conecta, entre otros, la ciudad de Florencia con el municipio de Milán; tiene una historia muy representativa en el departamento, por ser considerado un cementerio vivo, ya que muchos muertos fueron arrojados al río en la época más sangrienta en la historia del conflicto armado en el Caquetá, con la autoría de la guerrilla de las FARC, los paramilitares del Bloque Central Bolívar y las fuerzas militares del estado. Cuentan que en la época de sequía se podían ver los muertos en descomposición en las zonas secas y que hubo un grupo de policías encargados de patrullar el río, para recoger los cuerpos que se podían encontrar en su trayectoria. 

Son las 6:30 de la mañana y estoy listo en Puerto Arango, muy cerca de Florencia, para tomar una lancha rápida por el río Orteguaza hasta un municipio llamado San Antonio de Getuchá. El recorrido es tranquilo, con una duración cercana a las 2 horas. Es notable la movilidad comercial del municipio y el calor es agobiante, atravieso el parque central mientras observo a jóvenes militares barriendo las hojas secas que han caído, al parecer van a realizar un evento y están organizando el escenario.

Una vez en el colegio, soy recibido por el rector de manera cordial y comenzamos un diálogo interesante sobre las dinámicas escolares en el territorio. Este es uno de los colegios más grandes que he tenido la posibilidad de conocer, tiene cerca de 76 hectáreas, pero muy poca inversión para aprovechar este enorme terreno. Dialogamos acerca de la historia del colegio en especial su tradición agropecuaria y la cercanía que tiene con la comunidad del municipio, además el rector hace énfasis en el impacto negativo que en el territorio están teniendo los institutos de validación, que terminan al cabo de seis meses o máximo un año, otorgando títulos de bachillerato a los jóvenes, sin ningún nivel de rigurosidad o de exigencia académica. 

Veinte minutos después, el rector me invita al evento que se celebrará en el parque central del municipio, para mi sorpresa el evento se realiza en el marco de la conmemoración de la memoria y solidaridad con las víctimas y lo lidera la mesa municipal de participación efectiva para las víctimas. Veo hombres y mujeres con camisetas blancas, bombas blancas y velas como referente simbólico para la conmemoración. Se oyen algunas palabras de los delegados de la alcaldía, el representante de las víctimas, el rector y el comandante de la policía. Como parte de la actividad van a realizar una marcha con los participantes para dejar una ofrenda floral en una placa que acaban de instalar en la ceiba que se encuentra en el centro del parque, placa conmemorativa a las víctimas del conflicto armado en el municipio.

 

Foto 4

Conmemoración de la memoria y solidaridad con las víctimas, parque central del municipio de San Antonio Getuchá

Imagen que contiene sostener, joven, niño, alimentos

Descripción generada automáticamente


Muy alegre por haber coincidido con esta conmemoración, noto que muchas personas no reconocen la importancia de esta, ni la representatividad que esto tiene frente a la forma en que se resignifican las dinámicas de violencia en el territorio. Hugo, un profesor del colegio que estuvo dirigiéndose al público y que investiga acerca del conflicto armado, me cuenta como en el sitio donde pusieron la placa, en la ceiba del centro del parque, los diferentes grupos armados amarraban a sus víctimas y las torturaban para luego arrojarlos al río Orteguaza. Solo me quedo con lo enunciado de la placa «9 de abril. Conmemoración del Día Nacional de la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado. Milán – Caquetá 2022», «En Honor a la Fortaleza de quienes aún con el corazón en la mano decidieron continuar».

Por la tarde, decidí continuar mi camino hacia un pequeño caserío ubicado a 20 minutos en lancha rápida de San José de Getuchá, debí correr para tomar el vehículo. La principal dificultad que se presenta en estos caseríos es que es fácil llegar, pero salir es incierto, ya que solo pasa una lancha al día; además, si esta tiene ya el cupo completo, no se va a acercar a la orilla y te ves obligado a salir el siguiente día, quizás hasta rezar para que haya un cupo disponible, así sabes cuando entras, pero no cuando sales. Me bajo de la lancha poco antes de las 5 de la tarde, estoy preocupado porque el rector no me contesta los mensajes ni las llamadas. Un docente que he encontrado en la embarcación me lleva hasta el colegio y a la vivienda del rector. Me cuentan que hay unas obras que están realizando al fondo del caserío, por tanto, comienzo a caminar por un gran camino de barro que ha dejado una retroexcavadora, acá era completamente necesario llevar botas de caucho, que no tenía. Después de 10 minutos de caminata, tengo barro hasta más arriba de las rodillas y mis tenis (calzados deportivos), han quedado estancados cerca de tres veces durante el recorrido.

Lleno de barro y sudando a cántaros, me encuentro en frente de la casa del rector, este sale y con una actitud despectiva me lleva a un rancho de madera donde solamente me dice «puede quedarse ahí, mañana lo espero a las 9», lo primero que percato es que no había toldillo,[10] esto en las zonas selváticas y húmedas es fundamental durante la noche (como protección ante los insectos). El rector se marcha, yo intento lavar mi ropa para quitar el barro, trato de conseguir comida y es inútil, la única tienda cerró hace 10 minutos y el rector nunca me lo comentó, tendrá que ser una noche y una mañana sin comida, claramente allí no hubo recibimiento amable. Sentía esa intención de fondo por parte del rector, de hacerme sufrir el rigor de lo que ellos viven día a día, de hacerme entender en la experiencia las dificultades de la zona, lo que ellos vienen enfrentando permanentemente.


Foto 5

Ceiba, parque central del municipio de San Antonio Getuchá

Imagen que contiene exterior, pasto, sucio, campo

Descripción generada automáticamente


Me levanto temprano, con la mejor actitud, es importante demostrar que estamos acostumbrados al territorio y sus complejidades, más allá de algunas picaduras de zancudo y un poco de hambre, todo está avanzando perfectamente. Desarrollo una actividad con estudiantes y luego con profesores y salgo a la 1:30 de la tarde hacia el río, para esperar la lancha que pasa a las 2:30. Está lloviendo bastante fuerte, llego con mis maletas completamente lavadas y con barro nuevamente hasta las rodillas. La espera se hace eterna, algunos jóvenes toman tinto y comen pan, sigo con hambre y muchas ganas de estar en un hotel. Son las 2:40, una lancha pasa rápidamente sin detenerse en el pequeño puerto, desesperadamente hago señas y grito, pero es inútil, al parecer la lancha ya cuenta con el cupo completo.

No puedo disimular mi frustración, los muchachos que están allí me dicen que me regrese me tome una cerveza y me relaje. Estoy en la orilla del río esperando que aparezca nuevamente la lancha y decida llevarme, pero no va a ser así. Algunos trabajadores que pasan por allí, quizás pecadores, me ven en la orilla y tratan de decirme que la lancha ya pasó y que me toca esperar al día siguiente. En un momento se me acerca uno de los trabajadores y me dice que debe regresar por un material a San Antonio de Getuchá en una chalupa,[11] que si quiero él me lleva, yo no lo dudo un instante. Saldremos a las 5 de la tarde, espero con más tranquilidad y después de un poco más de una hora de recorrido hemos llegado, mi tarea durante este tiempo fue sacar agua de la embarcación con una taza y maravillarme con la belleza del paisaje que atravesamos lentamente.

Al día siguiente regreso a Puerto Arango por el río Orteguaza, sin ningún inconveniente, me dirijo a Paujil y de allí a Doncello El paisaje es hermoso, las montañas, las rocas y los árboles configuran un estimulante paraíso natural. Doncello es un municipio grande, donde encuentro una diversidad de restaurantes y hoteles; el ambiente se asemeja más a un municipio Huilense que Caqueteño, me dirijo al colegio que está ubicado en el centro del pueblo, tras un amistoso recibimiento del rector programamos las actividades con docentes. Me pregunta sobre mi concepción acerca del informe de la comisión de la verdad de Colombia, entregado hace pocas semanas (Portal AECID, 2022), principalmente acerca de la importancia de abordarlo al interior de la escuela. Un par de días después se desarrolla la actividad con un nutrido grupo de docentes bastante participativos y motivados con las discusiones pedagógicas.

Al finalizar, el coordinador me invita a almorzar y comienza un relato acerca de su historia de vida asociada al conflicto armado, como fue amenazado, perseguido y pudo resguardarse para no ser asesinado por los grupos paramilitares que iban llegando al territorio; también me comenta como llegó a ser coordinador académico del colegio de donde unos años atrás había sido expulsado y como en su vida ha tenido muchas revanchas; nos despedimos, no sin antes invitarme a ver un juego de voleibol que disputaban los docentes esa noche (en un torneo que se venía desarrollando entre diversas entidades del municipio), disputarían por el tercer puesto. 

Son las 7 de la noche y me encuentro en el polideportivo, llegan diferentes familias, los niños corren y juegan en un enorme y ruidoso columpio, mientras las familias con helados o cervezas comienzan a ver los juegos, los gritos de emoción no se hacen esperar. Entre provocaciones de sana rivalidad van pasando los minutos, los profesores ganan el juego y se llevan el tercer lugar, continúan los encuentros y de pronto ya son casi la 1 de la mañana. 

Me encanta ver la tranquilidad de las comunidades, la sensación de calma que se percibe, contrarresta por completo con la historia de violencia que vivió este municipio. En el año 1997 hubo una terrible masacre a manos de los paramilitares, a muy pocas cuadras de donde nos encontramos; es recurrente escuchar (no pocas) historias de un pasado mediado por la violencia, los asesinatos, las amenazas y los desplazamientos en el pueblo. Los enfrentamientos entre guerrilla, paramilitares y militares del estado, eran recurrentes en esta zona del país; la violencia asociada al conflicto armado marcó la vida de sus pobladores. Un docente me comenta que, a partir de los acuerdos de paz, primero con los paramilitares y luego con las FARC, se respira otro ambiente; más no puede asegurar que de completa tranquilidad, pero la vida sí ha cambiado y han mejorado sus condiciones, ahora no se sienten en una permanente zozobra. No puedo más que alegrarme, deseando que esta tranquilidad permanezca.

 

Foto 6

Torneo de voleibol realizado en el municipio de Doncello

Un grupo de personas en una cancha

Descripción generada automáticamente

 

Dos días después regreso a Paujil, de ahí salgo para Cartagena del Chairá. En dicha localidad iría inicialmente a un colegio grande en el casco urbano, con cerca de 60 profesores. He tenido pocas oportunidades de hablar con la rectora, pero me concede toda la jornada para realizar la actividad, los docentes poco a poco comienzan a participar, dialogan sobre las dinámicas institucionales y las limitaciones presupuestales, también sobre las actividades de raspar coca por parte de las familias y en general de la comunidad; luego, comienzan a conversar acerca de experiencias directas que han tenido con el conflicto armado. Me llama la atención la historia de un profesor que nos cuenta cómo en una escuelita cercana en la zona rural, en plena formación con los estudiantes fueron fumigados por un avión con glifosato, por lo que todos; profesores, niños, personal de apoyo y algunos padres, tuvieron que lanzarse al río para poder lavarse y quitarse este químico. El ardor en los ojos, la comezón en la piel, sobre todo la ira y el enfado con los responsables de este hecho, la vulneración repetida a que han sido sometidos, pero peor aún, la imposibilidad de poder generar un castigo justo con los responsables de este tipo de acciones. Al final, no hubo graves consecuencias físicas en los niños ni en los demás participantes de la actividad, pero sí está muy presente la forma despectiva con que todos los actores armados han actuado contra la población civil y contra las escuelas.

Al día siguiente voy para Remolinos, un municipio a 5 horas en lancha rápida, saliendo del puerto de Cartagena del Chaira o 12 horas en auto, escojo obviamente la lancha rápida y salgo cerca de las 11 de la mañana. Por primera vez en mi recorrido hay retenes militares, al interceptarnos, nos piden documentos a los tripulantes. Cerca de una hora después de iniciar el recorrido, el motor de la lancha se dañó, como pudo el conductor se acercó a la orilla. El calor es desesperante; el conductor, por su parte, intenta arreglar el motor, pero su esfuerzo es infructuoso. Cerca de hora y media después llega una nueva lancha y retomamos el viaje.

Calor, humedad, cansancio, hambre, espero pronto llegar a un hotel y descansar, ya son muchos días de viaje, de sudar todo el día y noche. Hemos llegado a Remolinos, un municipio pequeño. Es domingo y la gente se encuentra en las tiendas escuchando rancheras y bebiendo cerveza. Como es mi costumbre, en zonas que no conozco, decido ir directamente a buscar hospedaje. Solo encuentro una casa donde se ofrecen a alojarme, me comunican que en el pueblo no hay internet y que solo hay energía eléctrica de 5 de la tarde a 10 de la noche, la habitación es bastante precaria y sin energía, por lo que las posibilidades de usar un ventilador para refrescarme se desvanecen.


Foto 7

Amanecer en el río Caguán

Un lago junto a un cuerpo de agua

Descripción generada automáticamente

 

Al día siguiente, con el peso del trajinar, voy al colegio a comenzar la última capacitación. Me recibe muy cordialmente el coordinador y comenzamos un recorrido por la institución, cancha de fútbol, de voleibol, una huerta, una porqueriza, gallinero, a simple vista una institución con vocación agrícola; el coordinador me comenta que vienen haciendo arreglos, adecuaciones y que muchas de estas acciones se dan por la gestión del rector, pero sobre todo por el compromiso de los docentes y los estudiantes, ellos mismos a hombro han movido todo los materiales de las obras y han conseguido la madera para las estructuras.

Me reúno, primero con los estudiantes, corroboro nuevamente las limitadas posibilidades que les ofrece el territorio para desarrollarse laboral o académicamente; la mayoría de ellos plantean, con poca determinación que quieren continuar estudiando, pero no están seguros de que estudiar, donde estudiar o las implicaciones que ello tendría.  

Un rato después me encuentro con los profesores, comenzamos la sesión y hago un reconocimiento a la vocación agrícola tan marcada que se percibe en la institución, ellos comentan las dificultades que tienen en términos de movilidad, así como para muchos la dificultad que implica estar lejos de sus familias; muchos de ellos son nuevos en la institución, ya que hace cerca de tres años las disidencias de las FARC determinaron que ningún profesor que no fuera del Caquetá podía dictar clases en la escuela, por tanto muchos se vieron obligados a pedir traslado a otros colegios del departamento, por lo que fueron nombrados nuevos docentes que cumplieran la condición.

Situaciones como estas no las había escuchado, en varias ocasiones los docentes han sido objeto de desplazamiento en todo el territorio nacional, ya sea en movimientos masivos o frutos de amenazas directas, pero no había escuchado hasta el momento desplazamiento de docentes causado por amenazas directas de un grupo armado, por no ser oriundo del departamento donde están ejerciendo su labor. 

Nuevamente siento en el ambiente la naturalización de la situación, una especie de aceptación resignada por parte de la población frente a lo que plantean los grupos armados. El coordinador me invita a comer a su casa ya que su esposa, Marcela, cocinó gurre «armadillo», yo no lo había probado y me causa curiosidad; claro, no dejo de imaginarme al pobre armadillo, cuestionándome acerca de las implicaciones éticas de comer este tipo de animal, pero la curiosidad me gana y terminamos probándolo. Su sabor es agradable, se le abona la buena sazón de Marcela, quien también es profesora, sueña con pasar el concurso docente y gozar de las garantías que implica tener un nombramiento para desempeñar su labor docente en el municipio. 

El coordinador me cuenta su historia de vida mediada por necesidades económicas y la pérdida temprana de su mamá, también como influyó su profesor de educación física quien en una ocasión «voló» del colegio al enterarse de que uno de sus estudiantes había perdido a su madre; entonces, corriendo llegó al sepelio y en el momento en que el joven le manifiesta que ha decidido retirarse del colegio y dedicarse a trabajar, su profesor lo obliga a arrodillarse frente al ataúd y prometerle a su amada madre que no abandonaría la escuela y haría su mejor esfuerzo por sacar buenas notas. 

Me comenta como este profesor lo apoyó durante sus estudios y lo aconsejó para tomar decisiones que le permitieran hacer una carrera profesional. Ahora, es licenciado en matemáticas, me comenta que en gran medida lo logró gracias a un programa del gobierno que se llama «Jóvenes en acción», que es uno de los programas más cuestionados  por grupos opositores a los últimos gobiernos en Colombia, ya que se basa en incentivos económicos a los jóvenes con mayores niveles de vulnerabilidad en el país, esta visión subsidiaria ha sido fuertemente criticada, ya que para algunas personas y movimientos políticos estos programas han sido utilizados como herramienta para presionar a las bases populares en procesos electorales. Al final, reconoce el papel tan importante que tuvo este docente en su vida y trata de replicarlo todos los días con sus estudiantes, ese ejemplo le marcó la vida y ahora tiene la opción de corresponderle siendo él un soporte incondicional para sus estudiantes.

En la tarde voy a jugar fútbol con algunos estudiantes y profesores, claramente hago el ridículo en medio de jóvenes fuertes y profesores acostumbrados a largas jornadas deportivas. Luego de un autogol decido volver a mi habitación para aprovechar mientras haya energía eléctrica y encender el ventilador, compro un pin para el internet y me entero de que quien vende los pines es uno de los líderes de la comunidad, el mismo quien ha impedido que se conecte la antena del internet que ya está instalada, porque esto le dañaría su negocio. Trato de entender estas dinámicas de país, pero se tornan incomprensibles. 

Seis de la mañana. No estoy dispuesto a perder la lancha que sale a las 7, y tardará 5 horas para llegar nuevamente a Cartagena del Chaira. Nos espera el flaco, un conductor que se ha dedicado a movilizarnos por esta zona, de allí iremos a Paujil y directo al aeropuerto de Florencia, 3 horas de retraso del vuelo y cerca de la 1 de la mañana estoy llegando a Bogotá, el frío me está partiendo los huesos.

Recuento y cierre

Hoy me encuentro tratando de evocar cada uno de los paisajes fantásticos que recorrí, tratando de recordar el aire puro que respiraba y en especial la diversidad de tonalidades verdes y ocres que encuentras en todos los espacios, recuerdo sus enormes ríos y su clima ambivalente, recuerdo su comida, en especial el patacón que no puede faltar en ningún plato, recuerdo la honestidad de su gente y la facilidad con que se construyen lazos de confianza, recuerdo a tantos profesores valientes que afrontan todos los días las marcas de su historia personal y social. Y las complejidades actuales. Pero en especial recuerdo este bello departamento del Caquetá con sus territorios mediados por una violencia demencial, que a pesar de todo no pudo matar la esperanza de su pueblo. 

El Departamento de Caquetá, es tan solo un ejemplo entre los departamentos del país que han tenido que convivir con los diferentes actores del conflicto armado, que han tenido que reconstruir sus vidas a partir de las lágrimas y los dolores que producen las guerras, pero además enfrentaron las huellas que demarcan horizontes para las niñas, niños y jóvenes, poniéndolos al límite entre la escuela y la familia, con las dinámicas asociadas al cultivo de coca y la pertenencia a grupos ilegales con sus lógicas internas.    

La escuela como institución viva que se adapta a las contingencias del territorio queda a merced de los vaivenes de los grupos armados y las condiciones comerciales del narcotráfico, la presencia diferenciada del estado en Colombia es notable en estos territorios, quizás la única presencia que hace allí, sea la misma escuela y los docentes como servidores públicos, generar mayor presencia estatal es necesario en las zonas donde alguna vez las guerrillas y los paramilitares determinaban las condiciones de vida.    

La escuela seguirá buscando alternativas para transformar la vida de sus estudiantes, sus familias y su comunidad, donde a pesar de todas las dificultades la comunidad sigue apostándole a vivir tranquila y plenamente, donde todos los días un Vicente, una Efigenia, una Clara, un Flaco, un Ferney, un Jorge, un Hugo, un Rosember, un Bartolo, un Edwin se levantan con su gente tratando de construir un nuevo comienzo. 

 

Referencias bibliográficas

Decreto N.° 2613, por el cual se fija el salario mínimo mensual legal. Presidencia de la República de Colombia. (2022, 28 de diciembre). https://www.funcionpublica.gov.co/eva/gestornormativo/norma.php?i=200172 

Ellis, Carolyn; Adams, Tony E. y Bochner, Arthur P. (2015). Autoetnografía: un panorama. Astrolabio (14), 249-273. https://revistas.unc.edu.ar/index.php/astrolabio/article/view/11626 

Fondo de Financiamiento de Infraestructura Escolar [FFIE]. (2022, 25 de noviembre) https://ffie.com.co/

Maroto Blanco, José Manuel (2018, marzo). Prejuicios sobre África en los libros escolares de Educación Secundaria. Historia Actual Online, 43, 169-186. https://doi.org/10.36132/hao.vi43.1437

Mateus Molina, Camilo Andrés. (2023). Narrativa y reconocimiento. Recurso simbólico para la no repetición de hechos violentos contra escuelas y maestros en Colombia. En A. Segovia Ganivet y J. M. Maroto Blanco, (Coords.), Experiencias a pie de campo. Problemas y desafíos en investigaciones críticas de Humanidades y Ciencias Sociales (pp. 155-166). Dykinson.

Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial. (2010, enero). Reglamento colombiano de construcción sismo resistente.  https://www.unisdr.org/campaign/resilientcities/uploads/city/attachments/3871-10684.pdf

Ministerio de Educación Nacional de Colombia. (s.f.). Programa de Alimentación Escolar. https://www.mineducacion.gov.co/1621/w3-printer-235135.html  

Ministerio de Educación Nacional de Colombia. (2022, 7 de febrero). Lineamientos técnicos PAE. https://bit.ly/49zEjyR

Portal AECID. (2022, 11 de julio). La Comisión de la Verdad entrega su informe final sobre el conflicto armado en Colombia. https://www.cooperacionespanola.es/la-comision-de-la-verdad-entrega-su-informe-final-sobre-el-conflicto-armado-en-colombia/

Rojas, Juan Carlos. (2017, 8 de noviembre). De escuela de tortura a territorio de esperanza. El Tiempo. https://www.eltiempo.com/politica/proceso-de-paz/la-salida-de-los-actores-armados-ha-traido-paz-en-belen-de-los-andaquies-caquet-148588

Sociedad Geográfica de Colombia. (2002). Atlas de Colombia. IGAC


 

Autor

Camilo Andrés Mateus Molina

Doctorando en Educación de la Universidad de La Sabana y doctorando en Ciencias Sociales de la Universidad de Granada. Becario del programa becas Bicentenario del Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación de Colombia, Magíster en Educación y Licenciado en Psicología y Pedagogía. Integrante del grupo de investigación «Observatorio Iberoamericano de sociopolítica, cultura y ambiente». Investigador social, viene adelantando su tesis doctoral titulada «Resignificación de la concepción de escuela por parte de la comunidad educativa del Departamento del Chocó, Colombia a partir del conflicto armado del año 1996 a 2016». Sus líneas de investigación son: escuela y conflicto armado, docencia y conflicto armado, violencia híbrida en la escuela y educación para la paz.

 

 

Esta obra se publica bajo licencia:
 Creative Commons BY-NC-SA 4.0 Internacional
(Reconocimiento – No comercial – Compartir igual)

ISSN-L 2224 7408
eISSN 3078 4913

 

 

 



[1] Máxima autoridad o director de la institución educativa.

[2] Amasijo típico colombiano a base de fécula de maíz y almidón de yuca.

[3] Abastecer de gasolina un vehículo.

[4] Caer debido al impulso.

[5]  Reglamento colombiano de construcción sismo resistente.

[6] Programa de gobierno que tiene como objetivo: «Brindar complementos alimentarios a niños, niñas y adolescentes de todo el territorio nacional» (Ministerio de Educación Nacional de Colombia, s.f.) que hacen parte del sistema de educación oficial.

[7]  Este es un establecimiento público del orden nacional, que tiene como objeto la recepción, recuperación, conservación, compilación y análisis de todo el material documental, testimonios orales y los que se obtengan por cualquier otro medio, relativo a las violaciones ocurridas con ocasión del conflicto armado interno colombiano, a través de la realización de investigaciones, actividades museísticas, pedagógicas, entre otras que contribuyan a establecer y esclarecer las causas de tales fenómenos, conocer la verdad y contribuir a evitar su repetición en el futuro.

[8]  Sitio que presenta un conglomerado de viviendas, ubicado comúnmente al lado de una vía principal y que no tiene autoridad civil. El límite censal está definido por las mismas viviendas que constituyen el conglomerado.

[9] Fue el grupo paramilitar más grande del país, según el Centro Nacional de Memoria Histórica, dejando más de 31.000 víctimas.

[10] Malla que protege de los insectos.

[11] La chalupa es una embarcación pequeña muy frecuente en los ríos en Colombia.